sábado, 19 de septiembre de 2009

Vertigen de l’escalfred-poema d'André Cruchaga traduït al català per Pere Bessó

Vértigo


Vertigen de l’escalfred
poema d'André Cruchaga traduït al català per Pere Bessó




Consumada la sed, sólo una huella
De lívida ceniza…
MARGARITA PAZ PAREDES




En tots els vertigens humans els llibres respiren escalfreds.
La ràfega de la consciència perd els seus perdigons.
Al capciró dels dits batega el fil sense quadern dels desencerts.
El lliure somni transpira mons inventats. Mons eteris
I no aqueix que, espés de sang, apareix a les Ginness
Recorreguent la pols sense llànties,
Mastegant la violència en totes les seues formes vegetatives.
Un encenser mossega les lluernes del crepuscle a l’estiu
De la set; quan Déu camina damunt de les aigües, els fulls de l’escuma
Inventen l’aurèola de les gavines.
Al món les paraules superiors han de ser el nosaltres i no
Justament Walt stress amb els seus espills virtuals.
Per a desfer la via a l’Univers, fa falta canviar les portes de l’aire,
I obrir pas als ferrocarrils.
Qualsevol coixí pot fer-se rossinyol dels somnis.
En la nostra carn no serveixen les estovalles sinó les campanes amb la seua xafegada
De claus. —És menester canviar les mirades davant de les noves de la por.
Al rellotge de les paràboles,
Compten les estacions de la saliva, i les cerimònies de l’endormiscada.
Quants supervivents són necessaris per al juí final?
—La nit retrobada a la caravana de la transpiració. Només la nit
I el seu ardit de diàspora i plastilina.
Només l’erm aleatori del canvi climàtic.
Només la nuesa enmig de teranyines, o els forats de les mirades.
La història ens ve sempre amb huracans de cendra:
No és possible llavar els peus amb lavatoris de formigues, ni fingir humanitat
Entre la garrotxa, brollador potser del dolor, ni emprar olis, com no siga
Per a assuavir el fil del bisturí a les vèrtebres.
Fem Levitació en el magisteri errant de les confraries.
Caiem en les burilles de les funeràries sense resurrecció.
Assistim al silenci com enclaustrats en un fal·lus copulant; preferim
La placenta en la gaubança del bordell alienat.
Assumim el manual de les matrones i no l’ànima del credo, ni el graal
Que conforte les ansietats produïdes pel sistema.
Al camí ix la branca del gemec. La branca lleu de la llum.
Aquesta ànima no reposa a l’eixida del sol. En el fons desacate qualsevol
Olfacte, el doll de la nit envaint els meus mormols, aqueixa lenta
Calma que no puja a la pluja.
Tal volta aquest fàstic, adins, desfaça els camins, enrune les dents
Del manteu de fang i arena, torne la xanca a la flaire.
On hi ha vents transparents i sons distints al desarrelament?
En quin lloc la nit té sentit als portals i aquest dolor
De mesos no es torne nen down, ni macrocefàlia per a experiments?
—Tot el somni té dubtes i preguntes.
Confusos dies en els que encara viuen. Ara ixen i entren cementeris
De mi mateix. No veig el palpebreig de l’amor,
Sinó els matossars enderrocant-se, com un talud d’espills.
No veig sinó l’ansietat de les portes tancant-se al colp del tràfec.
Baratària, 16.IX.2009




Vértigo del escalofrío





Consumada la sed, sólo una huella
De lívida ceniza…
MARGARITA PAZ PAREDES




En todos los vértigos humanos los libros respiran escalofríos.
La ráfaga de la conciencia pierde sus perdigones.
En la yema de los dedos palpita el hilo sin cuaderno de los desatinos.
El libre sueño transpira mundos inventados. Mundos etéreos
Y no ese que, espeso de sangre, aparece en los Ginness
Recorriendo el polvo sin lámparas,
Masticando la violencia en todas sus formas vegetativas.
Un incensario muerde las luciérnagas del crepúsculo en el verano
De la sed; cuando Dios camina sobre las aguas, los folios de la espuma
Inventan la aureola de las gaviotas.
En el mundo, las palabras superiores debe ser el nosotros y no
Precisamente Walt stress con sus espejos virtuales.
Para desandar el Universo, se hace necesario cambiar las puertas del aire,
Y abrirle paso a los ferrocarriles.
Cualquier almohada puede volverse ganzúa de los sueños.
En nuestra carne no sirven los manteles sino las campanas con su chubasco
De claves. —Es preciso cambiar las miradas frente a las noticias del miedo.
En el reloj de las parábolas,
Cuentan las estaciones de la saliva, y las ceremonias del entresueño.
¿Cuántos sobrevivientes son necesarios para el juicio final?
—La noche reencontrada en la caravana de la transpiración. Sólo la noche
Y su ardid de diáspora y plastilina.
Sólo el baldío aleatorio del cambio climático.
Sólo la desnudez en medio de telarañas, o los agujeros de las miradas.
La historia nos viene siempre con huracanes de ceniza:
No es posible lavar los pies con lavatorios de hormigas, ni fingir humanidad
Entre la breña, manantial acaso del dolor, ni usar aceites, salvo que sean
Para suavizar el filo del bisturí en las vértebras.
Levitamos en el magisterio errante de las cofradías.
Caemos en las colillas de las funerarias sin resurrección.
Asistimos al silencio como enclaustrados en un falo copulante; preferimos
La placenta en la juerga del lupanar enajenado.
Asumimos el manual de las matronas y no el ánima del credo, ni el grial
Que conforte las ansiedades producidas por el sistema.
Al camino sale la rama del quejido. La rama leve de la luz.
Esta alma no reposa a la salida del sol. En el fondo desacato cualquier
Olfato, el chorro de la noche invadiendo mis murmullos, esa lenta
Calma que no sube a la lluvia.
Tal vez este hastío, adentro, deshaga los caminos, derribe los dientes
Del talpetate, vuelva la cárcava a fragancia.
¿Donde hay vientos transparentes y sonidos distintos al desarraigo?
¿En qué lugar la noche tiene sentido en los portales y este dolor
De meses no se vuelva niño down, ni macrocefalia para experimentos?
—Todo el sueño tiene dudas y preguntas.
Confusos días en los que aún viven. Ahora salen y entran cementerios
De mí mismo. No veo el parpadeo del amor,
Sino los matorrales desmoronándose, como un talud de espejos.
No veo sino, la ansiedad de las puertas cerrándose al golpe del tráfago.
Barataria, 16.IX.2009
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André:
En primer lugar, te felicito por el sentido del humor y la parodia en medio de la queja amorosa, aunque más templada en este texto. Como verás, mantengo en la traducción el juego de Wall Street/Walt stress.

En el mundo las palabras superiores deben ser el nosotros y no
sencillamente Walt stress con sus espejos virtuales.

En efecto, todo el mundo conoce que (la calle de) Wall Street es símbolo del mundo de las finanzas y que desde el barrio neoyorquino de Manhattan irradia capitalismo global.

No tantos, sin embargo, conocen la historia de esta calle, ya que antes de ser recordatorio del mercadeo que a lo largo del siglo XVIII había entre aposentados y terratenientes del lugar, fue inicialmente muro de contención de maderas y fango frente a los indígenas y, más tarde, muro de vergüenza para los esclavos que buscaban su libertad.

Que, además de “muro”, en inglés signifique calle del duelo, queja o lamento y gemido, tiene su cosa, que, por otro lado, se aviene al poema, y al juego que propone André Cruchaga para una lectura avezada, ya que Walt Stress significa antes que otra cosa el estrés (la tensión) de la Espera. Y a estas alturas no hay, creo, que evidenciar la paranomasia (street/stress).

Así pues, muro, lamento, tensión, espera en la traslación de la referencia social a la referencia amorosa. Dos planos desde el humor oblicuo que nace del desamor (y del descrédito de su realidad que incluye el desastrado lance amoroso).

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Un inciensario muerde las luciérnagas del crepúsculo en el verano/De la sed.

Bellísima esta suerte de iluminación poética. Y complejísima tanto en sí misma como en el contexto del poema entero.

Desde el punto de vista de la retórica y de la forma, sólo decir que André Cruchaga sigue en las ramas del árbol de estilo tan suyo (asociaciones y enumeraciones, correspondencias o analogías sorpresivas, desplazamientos e inversiones, personificaciones, animaciones y un largo etcétera)
Sin embargo, me interesa destacar lo que llamaré “progresión simbólica” e “intensificación de la metáfora matriz”, todo ello desde la más que evidente sencillez que encubre una reflexiva elaboración poética (y no sólo la práctica y domeño de la intuición).

Glosemos: sed. Desde los comienzos de la lírica la sed pasa de ser reconocida como una mostración de las necesidades fisiológicas básicas a connotar la sed de amor ante la ausencia (real o espiritual) del habib, amigo o Midons, Ma Dona. Amada…

Hay, pues, tanta tradición sígnica y simbólica que el polo de construcción de la metáfora está mas que comprehendida y lexicalizada. Nadie se extraña, pues, que incluso en el nivel más coloquial y expresivo de la lengua, podamos oír al enamorado –o sencillamente encoñado- decirle a su par: “voy a comerte, voy a beberte” Y es que la sed da mucho de sí.

Sin embargo, André Cruchaga, fija el grado de lo inefable. La sed mayor en la estación del verano es más sed, si se me permite. Conocemos pues por la inversión: sed del verano/ verano de la sed. Y sigamos las operaciones de transgresión o desviación del uso natural de la lengua, que tampoco hay que irse a Riffaterre para poder leer con mínimas entendederas y pasión al amigo Cruchaga. De la estación de verano, la parte del día crepuscular. El crepúsculo, el ocaso, el atardacer, el entreluces, el momento del poniente. El momento simbólico por excelencia para los grandes de fin de siècle, ay. Sí, los simbolistas. Sin embargo, O hay que ser tampoco seguidores del Corán ni practicar el Ramadán para saber que sólo podemos calmar la sed a partir de la llamada del muecín que coincide con el crepúsculo. Para no extenderme, basta leer a los crepuscularistas italianos, para entender desde el paisajismo sentimental que es sed de amor, cantada tan encumbradamente por Petrarca.

En este momento del proceso crepuscular de la sed de amor que lleva a la agonía del verano podemos ubicar la diminuta luciérnaga. De nuevo una lectura avezada asocia el vocablo a su étimo latino lucernam, el gusano de luz, el candil. Un coleóptero de riquísima sexualidad que tiene su propia tradición lírica popular y culta universal, como bien enseñaba en sus coplillas don Alberto Lista a José de Espronceda.

Así, ya están listos dos planos a sumar: las luciérnagas (lucecillas) del crepúsculo –una sencilla metáfora A de B- y el verano de la sed (metáfora invertida B de A). A partir de ahora ya sólo resta al lector/a competente, dejarse ensoñar y vibrar con el incensario o “incensiario”. Hemos llegado al templo de las correspondencias –Correspondances- del poema archiconocido de Baudelaire, que da el paso del Romanticismo tardío al Simbolismo. No me resisto a copiarlo:

La Nature est un temple où de vivants piliers
Laissent parfois sortir de confuses paroles;
L'homme y passe à travers des forêts de symboles
Qui l'observent avec des regards familiers.
Comme de longs échos qui de loin se confondent
Dans une ténébreuse et profonde unité,
Vaste comme la nuit et comme la clarté,
Les parfums, les couleurs et les sons se répondent.
Il est des parfums frais comme des chairs d'enfants,
Doux comme les hautbois, verts comme les prairies,
- Et d'autres, corrompus, riches et triomphants,
Ayant l'expansion des choses infinies,
Comme l'ambre, le musc, le benjoin et l'encens,
Qui chantent les transports de l'esprit et des sens.

Les Fleurs du Mal (IV)
Poesía es libertad y el poema, fruto de su ejercicio. Por ello podemos aceptar la transgresión conceptual que significa. Y es claro que aceptamos con buen paladar que un objeto de ritual, un sahumador sacramentado, el incensario desnudo (André Cruchaga no se detiene en absoluto en las posibilidades esteticistas que le habría dado su descripción: piedra, madera o metal, plata, cobre, oro, latón, e incrustaciones y perfumes. Tampoco lo hará congruentemente al referir el grial o cáliz de la amada para calmar la sed). El incensario, pues, muerde la luz crepuscular de la sed de estío. Dejo para lecturas desde la otredad las variantes que enriquecen a buen seguro las asociaciones del incienso con la mordedura, pues que más allá de hincar el diente, también se lima, se engaña, se tienta y se tinta con estos versos del amigo.