jueves, 13 de mayo de 2021

TERRITORI DEL SOBRESALT│ TERRITORIO DEL SOBRESALTO

 

©Fotografía  de El Faro: Víctor Peña.


TERRITORI DEL SOBRESALT

 

 

A mí no me gusta andar con discursos, pero los recuerdos

de aquellos días terribles me hacen hervir la sangre y me exaltan

hasta hacerme echar lágrimas de furia.

Roque Dalton en Miguel Mármol

 

 

De tant en tant, som éssers permeables per la nit i el seu terròs

de foscor; un ese debat en el claustre d’una habitació tancada.

Arrosseguem pensaments comestibles d’irremeiable tortura.

Tot s’obri a aquest treball silenciós de formigues en l’espessor

de la gola, en el rellotge que entranya, per cert, l’inestroncable.

Mai no ixírem del territori del sobresalt del dubte, sempre peus

i cor desbocats en aquest desvari d’anar peus nus

buscant el calor del primer esclat: és costum somiar a la vora

de l’horitzó, però som criatures vulnerables,

éssers que només aprofundeixen en l’abandó,

                                             en la mateixa llàgrima desbocada

d’un país confús, fet d’odis i crueltats, d’immòbils cresols,

de mocadors que han après a degotar entre moltes intempèries.

Cap fortalesa no sostè el món al qual hem estat llançats.

Inventem la paraula amor com un joc de paraules en la foscor,

sempre al servei de l’oferta i la demanda.

Inventem verdors en les venes, enmig d’esquerdes i ferides.

Supose que la paraula amor, com d’altres, ja és roba usada i en desús.

“Les hores de la nit” són cementiris per al pobre.

.

. Poema d’ANDRÉ CRUCHAGA traduït en català per PERE BESSÓ

.

 

TERRITORIO DEL SOBRESALTO

 

 

A mí no me gusta andar con discursos, pero los recuerdos

de aquellos días terribles me hacen hervir la sangre y me exaltan

hasta hacerme echar lágrimas de furia.

Roque Dalton en Miguel Mármol

 

 

De vez en cuando, somos seres permeados por la noche y su terrón

de oscuridad; uno se debate en el claustro de una habitación cerrada.

Arrastramos pensamientos comestibles de irremediable tortura.

Todo se abre a ese trabajo silencioso de hormigas en la espesura

de la garganta, en el reloj que entraña, por cierto, lo irrestañable.

Nunca salimos del territorio del sobresalto de la duda, siempre pies

y corazón desbocados en ese desvarío de andar descalzos

buscando el calor del primer destello: es costumbre soñar al borde

del horizonte, pero somos criaturas vulnerables,

seres que solo ahondan en el abandono, en la misma lágrima desbocada

de un país confuso, hecho de odios y crueldades, de inmóviles candiles,

de pañuelos que han aprendido a gotear entre muchas intemperies.

Ninguna fortaleza sostiene el mundo al que hemos sido lanzados.

Inventamos la palabra amor como un juego de palabras en la oscuridad,

siempre al servicio de la oferta y la demanda.

Inventamos verdores en las venas, en medio de grietas y heridas.

Supongo que la palabra amor, como otras, ya es ropa usada y en desuso.

“Las horas de la noche” son cementerios para el pobre.

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Del libro: ‘Fuego de llaves invisibles’, 2021

©André Cruchaga

©Fotografía  de El Faro: Víctor Peña.



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