viernes, 8 de octubre de 2010

ESCENAS EN LA CALLE-POEMA DE ANDRÉ CRUCHAGA-ESPAÑOL-CATALÁN. TRADUCCIÓN Y COMENTARIO DE PERE BESSÓ

Pere Bessó, poeta y traductor español





TRADUCCIÓN Y COMENTARIO POR PERE BESSÓ:


Querido André:

Te agradezco la dedicatoria de un poema como éste. Particularmente, porque está en una de las vertientes de tu material poético, pero en el poema Escenas en la calle, más explícito, y en el que te prodigas. En efecto, esa vertiente dolorosa de denuncia de la que habría que hablar in extenso, ya que siéndolo en parte, no es una denuncia social al uso de los poetas comprometidos en un mensaje político alternativo de transformación. Social, cívica. No. En tus poemas hay mayor profundidad y ese ahondamiento es dolor íntimo a la manera de los clásicos. Lo he apuntado en más de una ocasión. Un dolor alto; es decir, un dolor hondo: te duele la patria, como le dolía a Cervantes o Quevedo la suya. Hay, pues, un reconocimiento de raigambre, una explosión dolorida que sabe que uno no es, no puede serlo parcialmente. La conciencia radical de que uno no es, si no es pueblo. Es esta constatación que se torna ontológica el ámbito lírico del poeta capaz, amigo mío, de acudir al tratamiento lírico descriptivo que escoge, y no al azar, el papel de las escenas. “Escenas” que recuerdan la inmediatez de la prosa periodística, si se quiere, pero hay más, mucho más a la manera de las escenas de Ramón de la Cruz o Larra. Y, si mucho estiramos, el tratamiento de la escena dramática a la manera del mejor Valle-Inclán, o las notas de viaje del joven Azorín, republicano, desordenado, individualista y anárquico, si quieres, pero un prodigio, también, de lo que llamamos como pura convención personalidad de escritura, estilo. En ese hacinamiento de lugares y personajes que toda escena ‘costumbrista’ debe retratar, describir o, al menos, apuntar, André, amigo, has salido esplendoroso. Brilla tu ironía, tus disfemismos, tu tratamiento de los fantasmas personales y colectivos, pero hay, también, dolor y, a la vez, amor compasivo de acendrado lirismo por tu patria. Todo el poema es radical, en el sentido de su étimo radix, de raíx. Nada ociosa, pues, la cita. Al pelo: no hay que bajarse sino a las calles de San salvador para encontrarse con el topos del descenso a los infiernos. André, como un nuevo canto de lira del poeta órfico nacional, da testimonio. Y permite que haya escogido unos versos nucleares, porque repito que el sentido de totalidad del poema, verso a verso, evita caída alguna o desgana al lector:

Ahora vivimos una época de gansterismo local. —Alguien nos dice
Que es parte del folclor nacional, como el día dedicado a las pupusas,
A las carreras de cinta, al jueves de ceniza con su confeti.
No es extraño, en pleno centro de San Salvador, caminar entre ríos
De espesa orina, polución de discursos, manicomio de semáforos,
Peleas callejeras o huir de un delincuente en una parada de buses.
Por eso uno no puede respirar con los ojos cerrados,
Ni gozar de las musas entre el paisaje de humo de las calles,
Ni peinarse con el espejito mágico de la virgen María.
Uno ve a niñas, todavía, dando chiche a bebés en las cunetas, junto
A la vecindad de las moscas, los canillitas, y los amigos de lo ajeno:
Constituyen escenas oscuras en la transparencia de los ojos, digo.

Escenas obscuras en plena calle –nos es arriesgado la alusión al poema negro, (black pulp poem) un elemento sobre el que la crítica a la escritura del poeta habría de incidir de manera seria y contundente-, y a la luz meridiana del día, ante la transparencia de los ojos claros, la mirada neta del poeta que se duele en su soledad de amor solidaria y compartida. Léase el poema en voz alta y comprenderá el lector la contundencia del clímax de los tres versos finales. Y quizás se comprenda, una vez más, la honda significación que Cruchaga recupera con la inserción renovadora del topos virgiliano de la 'alta noche'.

Un abrazo, Amigo Cru, y reitero mi agradecimiento por la dedicatoria de este poema, lo que me ha inducido a pergeñar esta breve y personal anotación. Y, como siempre, acompáñete mi traducción de tu poema a mi lengua literaria, el catalán.

Pere



ESCENAS EN LA CALLE




A Pere Bessó


Demás están túnica y manto,
—Para bajar a los infiernos,…
FRANCISCO GAVIDIA




Uno ve hoy en día, ángeles y demonios en las calles. Lluvias como aserrín
Desparramado a lo largo de las aceras. Niños de Atocha, Satos Rosarios,
Ramos de flores domésticas, trompos, capiruchos, yoyos,
Hacinamientos en los mercados, la ciudad subiendo su caspa religiosa
Para volver a la inocencia, quitar los pecados,
Aunque el resto de la semana, a excepción de los domingos, se pierdan
Las normas de urbanidad, el amor al prójimo,
El auxilio al menesteroso.
Los domingos guardamos en una nevera la espuma del espejo,
Por aquello del escarnio y la imagen de uno en el vecindario.
Por un momento pensé que uno no envejecía tan pronto, pero resulta
Que estaba equivocado: uno envejece cargando el deudo de suciedades
Que otros tiran en la calle.
Por si fuera poco, repetimos las encíclicas como urracas.
Envejecemos con la cara desvivida de la respiración, añorando
Una mecedora para escuchar mejor el zumbido de las moscas.
En el signo de los tiempos presentes dejan de ser importantes las normas
De urbanidad, aunque la biblia se exhiba desde un balcón
Con gallardetes y los perros ladren al vecino que pasa o se acerca.
Desde las imágenes satelitales del Sistema meteorológico es posible
Ver el río que destruye el himen de los pétalos,
Los patios de las casas, los animales de corral, las huellas del Bicentenario
Con todo y sus dioses, semidioses y héroes.
Debo confesar que aquellos oficios antiguos ya no existen.
Ahora vivimos una época de gansterismo local. —Alguien nos dice
Que es parte del folclor nacional, como el día dedicado a las pupusas,
A las carreras de cinta, al jueves de ceniza con su confeti.
No es extraño, en pleno centro San Salvador, caminar entre ríos
De espesa orina, polución de discursos, manicomio de semáforos,
Peleas callejeras o huir de un delincuente en una parada de buses.
Por eso uno no puede respirar con los ojos cerrados,
Ni gozar de las musas entre el paisaje de humo de las calles,
Ni peinarse con el espejito mágico de la virgen María.
Uno ve a niñas, todavía, dando chiche a bebés en las cunetas, junto
A la vecindad de las moscas, los canillitas, y los amigos de lo ajeno:
Constituyen escenas oscuras en la transparencia de los ojos, digo.
Aunque en realidad, nunca he encontrado fantasías plenas
En los escombros cotidianos de la ciudad por más que me esfuerce.
Algo de todo esto se lo lleva el viento o lo distribuye en la ciudad.
De hecho esta es parte de la felicidad que vivimos diariamente.
Ya para nosotros no es imposible vivir en medio del hampa. Es parte
De la luz inventada por nuestras alas. Es parte de la esencia transfigurada
Piedra fundacional del excremento de los estadistas,
Alta noche donde aprendemos el anonimato…

Barataria, 08.X.2010




ESCENES AL CARRER


A Pere Bessó


Demás están túnica y manto,
—Para bajar a los infiernos,…
FRANCISCO GAVIDIA


Es veuen hui en dia, àngels i dimonis als carrers. Pluges com serradures
Esbargides al llarg de les voravies. Infants d’Atocha, Sants Rosaris,
Rams de flors domèstiques, trompitxols, capirots, jo-jos,
Garberaments als mercats, la ciutat pujant la seua caspa religiosa
Per a tornar a la innocència, llevar els pecats,
Per bé que la resta de la setmana, a excepció dels diumenges, es perden
Les normes d’urbanitat, l’amor al proïsme,
L’auxili al necessitats.
Els diumenges guardem en una nevera l’escuma de l’espill,
Per allò de l’escarn i la imatge d’un mateix en el veïnatge.
Per un moment pensí que no s’envellia tan aviat, però resulta
Que estava equivocat: envellim carregant el parent de brutícies
Que uns altres tiren al carrer.
Per si no hi haguera prou, repetim les encícliques com garses.
Envellim amb la cara desviscuda de la respiració, enyorant
Una agronxadora per a escoltar millor el brunzir de les mosques.
En el signe dels temps presents deixen de ser importants les normes
D’urbanitat, encara que la bíblia s’exhibesca des d’un balcó
Amb gallardets i els gossos lladruguen el veí que passa o s’acosta.
Des de les imatges de satel•litals del Sistema meteorològic és possible
Veure el riu que destrueix l’himen dels pètals,
Els patis de les cases, els animals de corral, les empremtes del Bicentenari
Amb els seus déus, semidéus i herois, i tot.
Dec confesar que ja no hi ha aquells oficis antics.
Ara vivim una època de gangsterisme local. —Algú ens diu
Que és part del folklore nacional, com el dia dedicat a les truites de farina i dacsa,
A les carreres de cinta, al dijous de cendra amb el seu confeti.
No és estrany, en ple centre San Salvador, caminar entre rius
D’espés pixum, pol•lució de discursos, manicomi de semàfors,
Baralles carrereres o fugir d’un delinqüent en una parada de bus.
Per això no es pot respirar amb els ulls tancats,
Ni gaudir de les muses entre el paisatge de fum dels carrers,
Ni pentinar-se amb l’espillet màgic de la verge Maria.
Veiem nines, encara, alletant bebés en les cunetes, junt
Al veïnat de les mosques, els venedors de periòdics, i els amics de l’alié:
Constitueixen escenes fosques en la transparència dels ulls, dic.
Tot i que, en realitat, mai no he trobat fantasies plenes
En els enderrocs quotidians de la ciutat per molt que m’esforce.
Una part de tot açò se l’emporta el vent o la distribueix en la ciutat.
De fet aquesta és part de la felicitat que vivim diàriament.
Ja per a nosaltres no és impossible viure enmig de la briva. És part
De la llum inventada per les nostres ales. És part de l’essència transfigurada
Pedra fundacional de l’excrement dels estadistes,
Alta nit on aprenem l’anonimat…

Baratària, 08.X.2010

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