martes, 13 de abril de 2021

 

Imagen FB de Pere Bessó




LLIÇÓ DEL GOIG

 

 

Tuerce mi boca. Dame una joroba. Defórmame.

Deja que mi carne reviente de verrugas. Deja que la sangre

fluya a mi alrededor. Que así sea.

Novica Tadic

 

 

Davant de la boca estesa sobre el lliri ofegat en el batec del bassal,

l’altre cel que supleix els pretèrits del so apuntalat de la son.

Al voltant de la nuesa dels excessos, els ulls que escolten

el fluir de la sang de cada trenc d’alba extrem en la llauna grisa

de la boira insòlita romasa entre les branques trencades de l’indecorós.

L’ardor sap, sense dubte, a un botxí benigne entre l’espetec

de la flama i l’atall mossegat de la primavera.

Malgrat el vent en el precipici, guanyen les deformacions

dels engonals, el coll moradís del sostre caigut de la pell.

Una endevinalla de paraules mossega les lliçons de pols inclement

que mulla el pit i el defalliment somnàmbul del gaudi del cos.

En els teus pits muir d’ofecs. Muir en la llengua que trena

la gespa. Muir en el rosegar dolç del verí.

De la resta s’encarrega la memòria amb la seua blasfèmia d’espill.

Ve la nit amb les seues trampes i els seus petits follets:

Segons sembla, al teu melic, un vast sospir, glossa de rubors.

.

. Poema d’ANDRÉ CRUCHAGA traduït en català per PERE BESSÓ

.

 

LECCIÓN DEL GOZO

 

 

Tuerce mi boca. Dame una joroba. Defórmame.

Deja que mi carne reviente de verrugas. Deja que la sangre

fluya a mi alrededor. Que así sea.

Novica Tadic

 

 

Ante la boca tendida sobre el lirio ahogado en el pálpito del charco,

el otro cielo que suple los pretéritos del sonido apuntalado del sueño.

Alrededor de la desnudez de los excesos, los ojos que escuchan

el fluir de la sangre de cada amanecer extremo en la hojalata gris

de la niebla insólita quedada entre las ramas rotas de lo indecoroso.

El ardor sabe, sin duda, a un verdugo benigno entre el chasquido

de la flama y el atajo mordido de la primavera.

A pesar del viento en el precipicio, ganan las deformaciones

de las ingles, el cuello amoratado del techo caído de la piel.

Un acertijo de palabras muerde las lecciones de polvo inclemente

que moja el pecho y el desfallecimiento sonámbulo del goce del cuerpo.

En tus pechos muero de ahogos. Muero en la lengua que trenza

el césped. Muero en el mordisqueo dulce del veneno.

De lo demás se encarga la memoria con su blasfemia de espejo.

Viene la noche con sus trampas y sus pequeños duendes:

al parecer en tu ombligo, un vasto suspiro, glosa de sonrojos.

.

Del libro: Fuego de llaves invisibles, 2021

©André Cruchaga


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