jueves, 24 de mayo de 2018

EL GUSANO Y LA ROSA: BREVE ACERCAMIENTO AL ARTE DE MORIR DE ANDRÉ CRUCHAGA*

© André Cruchaga: Ars moriendi






EL GUSANO Y LA ROSA:
BREVE ACERCAMIENTO AL ARTE DE MORIR
DE ANDRÉ CRUCHAGA*




Por Josué Andrés Moz




Porque vivir es morir constantemente
y cada sílaba pronunciada predice
el punto final.
-Eliot Preston-

Todo poema corre el riesgo de
carecer de sentido y no sería
nada sin ese riesgo.
-J. Derrida-

Qué es el hombre
Pregunta la mano que escribe.
-Leopoldo María Panero-





André Cruchaga, uno de los poetas contemporáneos más prolíficos e interesantes de El Salvador, forma parte de aquellos autores que mantienen palpitando la vena surrealista en su producción literaria de los últimos 10 años, mientras que de manera simultánea busca reinventarse sobre la base de su propio código lingüístico y conceptual.

Ars Moriendi, libro de reciente factura y el que nos ocupa en esta ocasión, abre con una pareja de epígrafes pertenecientes a dos autores representativos del surrealismo, siendo estos André Bretón, fundador y redactor del manifiesto estético-literario y Pedro García Cabrera, poeta canario coetáneo de la Generación del 27, quien asimiló las raíces de la vanguardia; a través de ellos, el poeta declara el tono pesimista y delirante de su nueva propuesta.

Este poemario, estructurado de manera predominante por poemas escritos en verso libre y únicamente por tres poemas en prosa, resulta –como esboza en su título – un monumento de la visión particular del autor para afrontar la muerte, su concepción de la misma y la forma en que esto se relaciona con sus experiencias vitales, con la memoria y con el proceso creativo. Lo dicho hasta el momento abre paso para explorar el plano del contenido, donde inicialmente el poeta se cuestiona  acerca de la condición humana cuando se está condenado a vivir en un país como El Salvador,  donde declara que nadie saldrá ileso por más amor que le tenga a esta tierra, posteriormente, es posible identificar la infancia como puerta a la soledad, como el génesis de lo terrible tal como ocurre en el poema ‘‘Destino de trenes’’e inmediatamente el pesimismo del  hombre nacido escombro reflejado en el poema ‘‘Puerta amanecida’’, hasta acá, los poemas son enunciados desde la individualidad del ‘‘yo’’, hasta llegar al poema ‘‘Salvación de la armonía’’, en el cual
 se da el cambio a un ‘‘nosotros’’, que se va alternando en el resto del libro.  Más adelante nos encontramos con poemas que datan sobre la vejez,  la negación de la eternidad, la inutilidad de la esperanza y la construcción de la identidad a partir del dolor además de la presencia constante de la pérdida y la derrota. A estos los acompaña un ritmo marcado por estrofas breves o extensas, por ideas que concluyen en un verso, por versos con tono sentencioso y en muchas ocasiones por la enumeración, la cual entrega mayor dinamismo.

De especial atención, resultan los poemas no enumerados y bautizados con el título del libro, hablo de los cinco ‘‘Ars moriendi’’ donde se puede definir al primero como una declaración de desapego a lo terrenal, tanto a lo material como a lo afectivo y se visualiza en su término: la intención de devolver a la tierra el tiempo recibido, luego el segundo que transita por la costumbre hacia la muerte como en las palabras del poeta norteamericano Eliot Preston, el tercero por las virtudes de afrontar la muerte desde el espíritu de niño, el cuarto (y particularmente mi favorito), circula por el aprender a morir a través de la tortura constante y apoyado por el epígrafe de Jacinta Escudos donde la idea principal es aprender a sentir el dolor para recordar que se está vivo, y finalmente, el quinto de la serie resulta más sereno y parco al decir que está listo para morir en cualquier momento.

En el plano de la forma, se revela un recurso que podría definirse como una segunda voz, o como la voz inconsciente que se encarga de entregar leves y esporádicas luces en algunos de los poemas, cumpliendo además con el papel de sacudir al lector en medio del discurso poético. Esta voz se identifica a partir de la letra cursiva encapsulada entre paréntesis y permite (sin ser explicativa) dirigir la atención a ciertos elementos que en primera instancia podrían pasar desapercibidos.

 La lectura que exige ‘‘Ars Moriendi’’ es una lectura cuidadosa y pausada, una lectura donde el interpretante sea capaz de identificar cuando el poeta nombra las acciones, conceptos y sensaciones a través de los objetos que están en función de estas o que poseen características afines, algunos ejemplos de ello son: utilizar la sal en reemplazo del llanto, los relojes en consecuencia del tiempo, los pañuelos por la tristeza, las bóvedas para un pasado oculto y difuso en la memoria, la semillas (la mayoría de las veces) como génesis, los insectos para nombrar las cosas pequeña, la harina equivalente a la ceguera y por supuesto la mutación de estos mismos elementos acordes al contexto del poema ejecutado. Es también interesante, ver cómo algunos de los elementos que oscilan en la obra, son particulares de países centroamericanos, al menos en su forma de ser nombrados, entre estos tendríamos: el talpetate, el guacal, el matorral, el tapial, los cuáles  podrían guardar una intención de adscripción identitaria.

Para cerrar  este breve acercamiento, es necesario recordar que el poemario es dinámico, en el sentido que algunos conceptos como el hecho de lamentar que el poeta no tendrá el tiempo suficiente para escribir todo lo que desearía, cambia radicalmente en el poema que cierra el libro, es decir ‘‘La muerte del poema’’ que a todas luces es una ars poética donde Cruchaga reflexiona más hondamente sobre la edad y aquello que se quedará sin ser dicho en la obra interrumpida por el ciclo natural de la vida, para mí, este es uno de los poemas mejor logrados de todo el libro y el más maduro que contiene en su nómina de escritura automática. La poesía de André, al ser desbordante puede coquetear con la idea de la nada en muchas ocasiones y confundir al lector en sus pasillos herméticos, pero paralelo a ello, nos encontramos con la seguridad de que como aquel que habita El Salvador y no sale ileso, tampoco lo harán quienes transiten por las páginas de este libro.


Josué Andrés Moz,
Poeta salvadoreño,
San Salvador, 23 de mayo de 2018






*Presentación de “Ars moriendi”, en los Tacos de Paco, el día 23 de mayo de 2018. San Salvador.

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