sábado, 6 de marzo de 2010

CANDIL DE LA LLAGA-poema d'André Cruchaga traduït al català per Pere Bessó

Som el cadamunt del sutze en la fusta. El desvetlament dessagnat
De la veu, el mateix somni d’un cisell a l’eixam.

Ilustración tomada de la red








CRESOL DE LA PLAGA
poema d'André Cruchaga traduït al català per Pere Bessó







…la noche entera sin descanso alguno
JUAN BOSCÁN

Al cabo de los años, he olvidado los ojos,
los senos, los tobillos, aquel cuerpo
ENRIC SÒRIA







Crema la plaga al cresol de la fe, en l’espesor feridor
Dels escapularis. Goteja el lliri del Gòlgota,
La flassada gemegant de les esquerdes i les lluernes.
Som el cadamunt del sutze en la fusta. El desvetlament dessagnat
De la veu, el mateix somni d’un cisell a l’eixam.
Veig pujar l’angoixa a la marea de la sang. Hora del pols
A la toga del basalt. Infinita flama de l’alberg. Circell encendrat
Del baf —Ací reste al túnel esfondat del respir.
Ací restes en la perplexitat dels canelobres,
Bevent les aigües de la nit, lliurada al nus de la saliva.
Cada dolmen del fum trenca l’arc iris. La vena obsessa de l’hora,
Llepa l’hivernacle de la letàrgia.
Llepa les set estacions intemporals.
Llepa el formigueig de la matinada sense llençols.
Llepa el fil l’aureola dels soterranis, el cadàver de la veu, el cec
Foc calcinat, el tonell de la brida, el nové manament
Dels llavis, el porus emboçat dels robers, el cap del clau
De l’ansietat sobre les puntes del respir.
Als cementeris l’eternitat sempre s’esdevé un vitrall de bullents
Semprevives. Fidel a aqueixa plaga, parle amb les criptes, i m’assec
A dissoldre el vestit del cement.
Quan entre als gestos de la flama, la flama en la seua ficció,
Descendeix a l’estupor. Cau en el graffiti de les parets; inclina els braços
De la seua creu, en la creu agònica dels porus.
—Cada dia som, —tu i jo—, aqueixa gebrada del miratge.
Transeünts de la lava. Rumbs distints del refilet. Només rostres
Semblants a uns altres rostres que suen l’eternitat als pals
Descalços del somni. Som, ací, en l’hora nona dels muts,
El vent orejat de les aigües, qualsevol aigua sense pica baptismal.
Assentem l’Esperança en cadires d’arna. En l’abisme mut
De la veu, als tamborets de les relíquies, en l’endevinalla insospitada.
De penes mirem, des de sempre, la riba del foc,
El pou del pa en la diafanitat de la memòria. —De penes —dic—,
La fogassa de la gaubança, la casa concebuda de les aliances.
És un peregrinar badat de les dents. No hi ha fil concebut,
Ni llengua que humitege l’enderroc en la boirina de les mans.
Sempre l’instant prim, falaç, —teu i meu—: crema suprema
De la brasa. Flema a prova de cercles i sutze i escòria.
Al fossat de la brida, cec l’ocell de l’ànima. Fosc el forceig.
El querosé descarna les certeses. Els guants dels núvols trenquen
Les temples, —Aqueix minut que resumeix allò viscut.
Al sucre esquívol de les abelles, els genolls de l’ansietat,
El credo de la calitja, la por a la sal trafegada dels dits,
La llengua continguda en la plaga, el cel de siamesos sinistres.
En l’arcà de les becades, la llum verda soterrada, i el gemec,
Crucifix, potser, d’aquesta captivitat sense eixida…
Baratària, 05.III.2010









CANDIL DE LA LLAGA







…la noche entera sin descanso alguno
JUAN BOSCÁN

Al cabo de los años, he olvidado los ojos,
los senos, los tobillos, aquel cuerpo
ENRIC SÒRIA








Arde la llaga en el candil de la fe, en la espesura hiriente
De los escapularios. Gotea el lirio del Gólgota,
La cobija gimiente de las rendijas y los tragaluces.
Somos el desván del hollín en la madera. El desvelo desangrado
De la voz, el mismo sueño de un cincel en el enjambre.
Veo subir la angustia a la marea de la sangre. Hora del pulso
En la toga del basalto. Infinita llama del albergue. Rizo encenizado
Del soplo. —Aquí estoy en el túnel desfondado del respiro.
Aquí estás en la perplejidad de los candelabros,
Bebiendo las aguas de la noche, entregada al nudo de la saliva.
Cada dolmen del humo quiebra el arco iris. La vena obsesa de la hora,
Lame el invernadero del letargo.
Lame las siete estaciones intemporales.
Lame el hormigueo de la madrugada sin sábanas.
Lame el filo la aureola de los sótanos, el cadáver de la voz, el ciego
Fuego calcinado, el témpano de la brida, el noveno mandamiento
De los labios, el poro embozado de los roperos, la cabeza del clavo
De la ansiedad sobre las puntas del respiro.
En los cementerios la eternidad siempre resulta un vitral de bullentes
Siemprevivas. Fiel a esa llaga, hablo con las criptas, y me siento
A disolver el traje del cemento.
Cuando entro a los gestos de la llama, la llama en su ficción,
Desciende al estupor. Cae en el graffiti de las paredes; inclina los brazos
De su cruz, en la cruz agónica de los poros.
—Cada día somos, —vos y yo—, esa escarcha del espejismo.
Transeúntes de la lava. Rumbos distintos del trino. Sólo rostros
Semejantes a otros rostros que sudan la eternidad en los mástiles
Descalzos del sueño. Somos, aquí, en la hora nona de los mudos,
El viento oreado de las aguas, cualquier agua sin pila bautismal.
Sentamos la Esperanza en sillas de polilla. En el abismo mudo
De la voz, en los taburetes de las reliquias, en el acertijo insospechado.
Apenas miramos, desde siempre, la orilla del fuego,
El pozo del pan en la diafanidad de la memoria. —Apenas —digo—,
La hogaza del regocijo, la casa concebida de las alianzas.
Es un peregrinar quebrado de los dientes. No hay hilo concebido,
Ni lengua que humedezca el escombro en la neblina de las manos.
Siempre el instante delgado, falaz, —tuyo y mío—: quema suprema
De la brasa. Flema a prueba de círculos y hollín y escoria.
En el foso de la brida, ciego el pájaro del alma. Oscuro el forcejeo.
El kerosene descarna las certezas. Los guantes de las nubes rompen
Las sienes, —Ese minuto que resume lo vivido.
En el azúcar esquivo de las abejas, las rodillas de la ansiedad,
El credo de la bruma, el miedo a la sal trasegada de los dedos,
La lengua contenida en la llaga, el cielo de siameses siniestros.
En el arcano de los entresueños, la luz verde soterrada, y el gemido,
Crucifijo, acaso, de este cautiverio sin salida…
Barataria, 05.III.2010
______________
Mi querido André:
Es este uno de los poemas mayores de tu reino. Nada fácil echarle un pulso a la lectura de la Biblia y seguir el dios del Universo al flujo de Teilhard de Chardin hincando en la reflexión del espíritu del Amor y su sacrificio en tu poema.

Tienes tu particular calvario, gólgota o cráneo para la angustia del cautiverio propio. Tú puedes, sin el menor asomo de sacrilegio, pronunciar las palabras postreras:

-Elí, Eli, lamma sabachtaní

pues en tu poesía hay esa suerte de búsqueda de matrimonio espiritual a la manera pagana. Y no es contrasentido. Bien al contrario, lo inefable de la poesía, como en la experiencia interior, sólo se puede expresar a través de una comunicación transracional. Bien que nos lo dejaron dicho los místicos: el amor a lo divino sólo a través de la depuración de las convenciones más altas del amor cortés.

Y aquí entras tú con toda la fuerza de la palabra revirginizada. Y sólo así podemos encontrar el renacimiento espiritual a través de la poesía: la llama —y la llaga— de amor viva que dulcemente hiere y enamora de Juan de Yepes retorna de la mano de André Cruchaga. Y lo que no deja de sorprendernos en el poeta es la suma destreza para pasar del erotismo del candil que enciende el más profundo centro -sigo con la paráfrasis- a la angustia amorosa del nuevo huésped del Gólgota.

Un André Cruchaga que canta el terrible respiro de quien calma su sed última bebiendo las aguas de la noche sin lecho bautismal del amor, un André Cruchaga, supremo Amador terrenal capaz de repicar los sentidos de la cota más alta de la Literatura Castellana [“¡Oh noche amable más que la alborada, oh noche que juntaste Amado con amada, amada en el Amado transformada!”], a través del sufrimiento del vacío amoroso, del sinsentido, pues, del pathos y el abandono, siguiendo la secreta senda y el calvario intransferible, capaz de transformar sangre, sabia, tinta en corazón, lirio, poema. Pere Bessó
Valencia, 06.III.2010

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